🤍Entonces Asa clamó al SEÑOR su Dios: “¡Oh SEÑOR, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh SEÑOR nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!”. (2 Crónicas 14:11) Cuántas veces, al enfrentarte a una situación difícil, dijiste: “A menos que el Señor haga algo, esto no se puede arreglar”?
🤍Asa tenía todo en contra suya: un ejército etíope de un millón de soldados y trescientos carros de guerra (2 Crónicas 14:9). En medio de esa situación imposible, Asa clamó al Señor. Dios interfirió con su gracia y le dio a Asa la victoria sobre sus enemigos. La obediencia permite que opere la gracia. ¿Cómo fue que “el corazón de Asa se mantuvo totalmente fiel [a Dios] durante toda su vida” (2 Crónicas 15:17), cuando su padre y su abuelo no habían sido buenos ejemplos?
🤍A esto lo llaman “la interferencia de la gracia.” Dios interfiere en la obra de Satanás y derrama su gracia en situaciones que parecen imposibles. La noción de que el mal engendra mal debe, en algún momento, dar lugar a la interferencia de la gracia; de no ser así, las consecuencias serían desastrosas. Cuando Zera, el etíope, le declaró la guerra a Asa, Dios peleó por Asa cuando su ejército no se comparaba en número al ejército de su enemigo y la situación parecía imposible.
🤍Cuando Asa regresó victorioso, la palabra del Señor vino a través de Azarías: “¡El SEÑOR permanecerá con ustedes mientras ustedes permanezcan con él! Cada vez que lo busquen, lo encontrarán; pero si lo abandonan, él los abandonará a ustedes” (2 Crónicas 15:2). La fe y la obediencia fueron reiteradas como los prerrequisitos para esta interferencia de la gracia. Cuando confiamos en el Señor y lo obedecemos, él interferirá con su gracia en nuestras situaciones imposibles.
Dios les bendiga mujer vaso frágil pero fuerte
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