Cuando permitimos que Dios sane nuestras heridas, podemos vivir en victoria y reconocer que detrás de cada experiencia difícil hay un propósito divino.
A través de Jesucristo, comenzamos un proceso continuo de transformación y perfección. Como lo dice Filipenses 1:6: "El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo." Este proceso implica soltar el pasado y decidir vivir en la plenitud que Jesús nos ofrece.
Juan 10:10 nos recuerda que Jesús vino a darnos una vida en abundancia, una vida plena y con propósito, lejos de las mentiras de Satanás, quien busca destruirnos con pensamientos de culpa, heridas y desánimo. En cambio, Romanos 12:2 nos insta a cambiar nuestra manera de pensar para experimentar la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios.
No podemos avanzar si seguimos atados a nuestro pasado. Filipenses 3:13-14 nos anima a dejar atrás lo que pasó y extendernos hacia el propósito que Dios tiene para nuestras vidas. No se trata de ignorar nuestras heridas, sino de enfrentarlas, sanarlas y permitir que Dios las use para su gloria.
Ejercicios:
1. Escribe cinco sucesos dolorosos que hayas enfrentado y ordénalos por importancia.
2. Escribe cinco momentos felices que has experimentado.
3. Identifica cinco pensamientos negativos que suelen venir a tu mente y que no agradan a Dios.
4. Reflexiona sobre cinco comportamientos negativos que Dios ha transformado desde que le entregaste tu vida.
Actividad práctica:
Cada vez que un pensamiento negativo te invada, échalo fuera en el nombre de Jesús, como lo enseña 2 Corintios 10:5: "Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo."
Recuerda, Dios tiene un propósito hermoso para tu vida. Hoy es el día de tomar decisiones que te lleven a vivir en libertad y victoria. ¡Extiéndete hacia lo que viene y confía en su plan perfecto!